Tras
profundizar un poco en el estudio del TDAH, está claro que este trastorno no es
pasajero y lamentablemente, tampoco se puede “curar”. La solución que podemos
darle a un alumno con este problema es multidisciplinar implicando a escuela,
medicina/terapia y familias.
Fundamental
es el diagnóstico temprano. Habitualmente los padres tienen sus sospechas (o certeza)
de que a su hijo le “pasa algo”. Otras veces, sin embargo, es en la escuela
desde donde se da la voz de alarma. A partir de aquí la reacción de las
familias varía:
Hay
familias que…:
|
En
otras familias…:
|
- Aceptan el problema.
- Son un equipo.
- Buscan apoyo
fuera del núcleo familiar.
- Dedican tiempo
a informarse y aplican lo aprendido para ayudar a sus hijos.
- Apoyan incondicionalmente a
los profesionales que se relacionan con sus hijos: médicos, maestros,..
|
- Uno o ambos progenitores lo
niegan.
- La carga recae
sobre un solo progenitor.
- Se avergüenzan
y ocultan el problema.
- No buscan esa
información y no están tan preparados para afrontar el problema.
- Critican,
minusvaloran, rechazan a los profesionales que tratan con sus hijos.
|
Obviamente
las familias del primer grupo son más receptivas a cualquier ayuda que los
profesionales (incluidos los docentes ) les puedan dar. Cuando en tu papel de
profesor o tutor de un alumno TDAH encuentras el rechazo y la negación del
problema por parte de la familia, poco se puede hacer desde el ámbito escolar,
salvo esperar a que esa familia reflexione y se deje ayudar.
La
escuela forma parte de ese núcleo de apoyo del propio niño del mismo modo que
los padres son parte esencial en la evolución social y escolar de sus hijos. ¿Y
cómo podemos implicar más a estas familias?:
-
Concertando reuniones con el tutor y/o
el equipo de Orientación para mantener una vía de comunicación directa y
observar la eficacia de las actuaciones que se estén llevando a cabo con el
alumno TDAH. Además se pueden coordinar nuevas estrategias de actuación para
llevar a cabo en el colegio y en casa.
-
Invitándolas a que participen en los
programas de “Escuela de Familia”, y por ejemplo, animándoles a que preparen o
participen en un taller sobre TDAH y de esta forma dar a conocer a otras
familias el problema que tienen algunos niños que comparten pupitre con sus
hijos.
El sistema educativo debe proporcionar apoyos
suficientes al alumno. Sería ilegítimo dejar en manos de las familias (muchas
con escasos recursos económicos) la búsqueda del tratamiento y asumir el coste
del mismo.
Tengamos algo muy claro: escuela y familia se
necesitan para que el niño se desarrolle, socialice, adquiera diferentes competencias
y pueda tener calidad de vida. ¡Seamos un equipo!
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